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02 febrero 2010

Mujeres y enseñanza: semi-sociología de una semi-profesión Acker, Sandra

Semi-profesiones y estereotipos sexistas
Normalmente las mujeres profesoras son específicamente mencionadas en debates sobre obligaciones, ascensos y aspiraciones en suposición profesional. Lo que se deduce de tales debates es una imagen de las profesoras como dañinas, deficientes, distraídas y, a veces, incluso atontadas.
En los años 50 y 60 varios comentaristas expresaron su preocupación acerca de las consecuencias desastrosas que, según ellos, tendría el predominio de las mujeres en la enseñanza. Lieberman en 1956 cree que los chicos que carecen de modelos masculinos adecuados entre su profesorado no sólo tendrán problemas de lectura y de comportamiento, sino que pueden acabar en una vida llena de vicios.
Lieberman va más allá para acusar a las propias mujeres como culpables del bajo salario y escasa consideración social de la enseñanza, puesto que al haber una gran reserva de mano de obra femenina permite a las administraciones escolares resistirse ante las demandas salariales y las condiciones laborales del profesorado.
La vocación primaria de la mujer es la función familiar, por tanto, la mujer está intrínsecamente menos comprometida con el trabajo que el hombre o tiene menos probabilidades de mantener un alto nivel de conocimientos especializados. Las mujeres son mucho más competitivas en sus funciones familiares y tienen menos probabilidades que los hombres de orientarse hacia los grupos de referencia de colegas de trabajo, están más dispuestas que ellos a aceptar los controles burocráticos que se les imponen en las organizaciones semi-profesionales, y es menos probable que aspiren a posiciones genuinamente profesionales.
Las mujeres dedicadas a las semi-profesiones poseen características tan tontas como motivaciones altruistas, deseos de tener relaciones sociales agradables con sus colegas y preferencia por el trabajo con la gente en vez de con las cosas.
Las mujeres parecen menos capaces que los hombres de no estar de acuerdo de forma impersonal, sin una implicación emocional. Se acusa a las mujeres de su carencia de impulso hacia el ámbito intelectual.

La situación familiar de una mujer hace improbable que desarrolle un fuerte compromiso profesional y en el poco probable caso de que ya tenga uno, es difícil que sea capaz de mantenerlo.

La naturaleza burocrática del contexto laboral es compatible con las características tradicionales de la mujer, las cuales incluyen sometimiento, aceptación de la autoridad y carencia de ambición. Las mujeres no se interesan por las asociaciones colegiales, debido a que sus actividades familiares se lo impiden, al ser menos compatibles que las de los hombres, los cuales son más fieles a los grupos extrafamiliares. Leggatt (1970).

Según el autor Lyons (1980) la mayoría de los puestos superiores acababan siendo de los varones, añadiendo que las mujeres no lo solicitaban. La promoción de las mujeres se concentra en áreas de asignaturas estereotipadas como femeninas y también señala que muchas mujeres jóvenes entrevistadas expresaban su desagrado por la estructura de las carreras que se les ofrecían. Las mujeres son consideradas casi exclusivamente en relación a sus funciones familiares.

Las aspiraciones de las mujeres y las responsabilidades de su rol familiar son explicaciones suficientes para dar cuenta de su posición subordinada en la enseñanza. Las teorías fundamentales intentan explicar por qué hay diferentes posiciones sociales para hombres y para mujeres, elaborando un conjunto de principios básicos que den razón de las diversas observaciones en la comparación de los sexos.

PROLETARIZACIÓN CLASE Y SEXO Apple, Michael.

En la actualidad el proceso de proletarización ha tenido un efecto prolongado y consistente, es una época de estancamiento general y de crisis de acumulación y legitimación, existe un incremento en la presión para proletarizar el proceso de trabajo; y esto atañe a los tipos de puestos que los estudiantes encontrarán a su disposición tras completar su escolaridad; si así lo hacen, de igual forma a las verdaderas condiciones de trabajo en el interior mismo de la educación.
Los maestros no son únicamente actores pertenecientes a una clase. También son actores sexuados. Dato importante ya que en todas las categorías ocupacionales, las mujeres están expuestas a la proletarización que los hombres, esto podría deberse alas prácticas sexistas de reclutamiento y promoción, a la tendencia general a prestar menos atención a las condiciones en las cuales trabajan las mujeres, al modo en que el capital ha colonizado históricamente las relaciones patriarcales a la relación histórica entre enseñanza y domesticidad.
Un estudio americano refleja que los trabajos destinados a las mujeres recae en empleo en industrias manufactureras y el comercio minorista y de manera mal remunerada. La evidencia contra la discriminación contra las mujeres en el mercado de trabajo es enorme y comprobarlo constituye una triste experiencia. A pesar de los años de lucha de mujeres progresistas, las cifras de personal docente está constituida por mujeres (siendo más en la educación primaria o elemental) y son muchos más los hombres que ocupan la dirección o cargos de jerarquía, mostrando así la subordinación femenina y asignándola a cargos de inferioridad sin permitir el lado masculino perder el mando sobre el sexo femenino.
Las escuelas son en realidad aparatos del Estado pero esto no significa que las personas que trabajan en ellas sean seguidoras pasivas de las políticas que les llegan desde arriba. Los maestros entonces, no son solo funcionarios del Estado sino que tienen cierta autonomía la cual no necesariamente se utilizará para cumplir los fines del aparato de Estado.
La intensificación en el trabajo representa una de las maneras más tangibles en que los privilegios laborales de los trabajadores de la educación se van minando. La intensificación también actúa para destruir la sociabilidad de los trabajadores no manuales. El ocio y el autogobierno tienden a desaparecer y el riesgo de aislamiento aumenta.
La esfera de la mujer es la de la seguridad emocional y el cuidado de los sentimiento en el aula, aunque las maestras luchan correctamente en un nivel cultural contra lo que perciben como efectos perniciosos de su pérdida de control y al mismo tiempo contra la división y la intensificación de su trabajo lo hacen al precio de la reinstitución de categorías que reproducen parcialmente otras divisiones que se han desarrollado al calor de las relaciones patriarcales.
Es importante mencionar que las mujeres maestras trabajan a menudo en dos ámbitos: en la escuela y luego en el hogar. Dada la modificación de las relaciones patriarcales y la intensificación del trabajo en la enseñanza es posible que quede menos tiempo disponible para el trabajo doméstico en el hogar. Puede que otras personas de la familia tengan que aumentar su participación, desafiando así, la división sexual del trabajo en el hogar. O por otro lado podría surgir la explotación de trabajo no remunerado en la casa, provocando cambios, tensiones y conflictos fuera de la esfera donde las mujeres llevan a cabo su trabajo remunerado.
La cuestión importante es la de cómo es posible reorganizar de maneras específicamente feministas los elementos más válidos insertos en la cultura vital de las maestras, maneras que mantengan la enorme importancia de la atención afectiva y las relaciones humanas sin reproducir al mismo tiempo otros elementos de este terreno patriarcal.

ENSEÑANZA Y TRABAJO DE LAS MUJERES Apple, Michael.

El trabajo de las mujeres está relacionado con una división vertical del trabajo en la cual las mujeres, en tanto grupo, están en desventaja respecto de los hombres, tanto en sueldo como en condiciones laborales. De igual manera su trabajo se inserta de manera horizontal en el cual las mujeres se concentran en tipos particulares de tareas.El empleo en el sector competitivo y con bajos salarios contiene en USA y en Inglaterra una gran proporción de mujeres. En casi todas las ocupaciones, las mujeres estaban mayoritariamente representadas en los empleos menos cualificados, de status más bajo o peor pagados, mientras que los hombres estaban mayoritariamente representados en los de alta cualificación y los de gestión empresarial, los empleos de las mujeres han sido mucho más proclives a la proletarización que los de los hombres. Constantemente han existido presiones para racionalizarlos. Una prueba de ello se encuentra en el hecho de que la mayoría de los puestos de trabajo de clase obrera está ocupada por mujeres y que esta proporción se encuentre en aumento.

El trabajo femenino se considera inferior o de menor status simplemente porque quienes lo realizan son mujeres. Debido a estas condiciones, ha sido excepcionalmente difícil para las mujeres lograr el reconocimiento de las habilidades que requieren tanto su trabajo remunerado como el no remunerado. No solo deben luchar contra la interpretación ideológica del trabajo femenino, sino también contra las tendencias del empleo a convertirse en algo distinto y la inclinación al cambio de sus modelos de autonomía y control.

Sexo y enseñanza a través del tiempo
Y aquí donde encaja la enseñanza????

En los años de 1855 a 1935 a las mujeres se les pagaba aproximadamente dos tercios del salario que recibían los hombres por el mismo trabajo. En realidad, Bergen afirma que uno de los factores que más contribuyeron al aumento de contratación de mujeres en las escuelas fue el hecho de que se les pagara menos.

La enseñanza de la escuela elemental se convirtió en una ocupación femenina, en parte debido a que los hombres la dejaron. Para muchos hombres, el coste de la oportunidad era demasiado elevado como para permanecer en la enseñanza. Muchos de ellos enseñaban en tiempo parcial o como una antesala de empleos más lucrativos y prestigiosos. Sin embargo con la ampliación de las credenciales y certificados que se exigían para la enseñanza, los hombres comenzaron a mirar hacia otro lado y a menudo estaban en condiciones de hacerlo.
En los siglos XIX y XX la mayoría de las mujeres no ingresaban en la enseñanza pensando principalmente en el amor a los niños ni en planes matrimoniales: lo hacían ante todo porque necesitaban trabajar.

No pocas mujeres se prepararon para ser maestras y luego trabajaron durante un período relativamente corto. Puesto que la ideología dominante sostenía que el lugar de las mujeres era el hogar facilmente podía considerarse que la enseñanza elemental era una profesión para la cual las mujeres podían prepararse y trabajar luego en ella un tiempo limitado. La construcción de la imagen de la enseñanza como una ocupación de tránsito permitía la perpetración de salarios bajos, ya que semejante trabajo asalariado era pura y simplemente una manera de ayudar alas mujeres hasta que se casaran.

En el año de 1923, las maestras de los Estados Unidos, podían ser despedidas si se casaban, o en caso de estarlo si quedaban embarazadas. Había prohibiciones relativas a que se las viera en compañía de hombres, a la vestimenta, el maquillaje, la política, el dinero y casi todo lo referente a la vida pública. Se reproducen aquí las ideologías del patriarcado, posiblemente en combinación con una deconfianza masculina, más hondamente arraigada en la sexualidad femenina. Es la auténtica combinación de relaciones patriarcales y presiones económicas que continúan operando en la enseñanza hasta el día de hoy.

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